El Patchwork es un trabajo de unión de parches o pedazos de
tela pequeños para formar otra tela más grande la cual está formada por
distintos bloques de parches.
Los vestigios más antiguos del patchwork se remontan al
Egipto de los faraones, hace unos 5.000 años.
Los siguientes datos que encontramos nos llevan al mundo de
los beduinos del desierto, en dónde la técnica del patchwork responde tanto a
una necesidad económica como a una inquietud estética. Al sedentarizarse, los
nómadas transformaron las alforjas de sus camellos en cuadros murales textiles
para sus casas. La tradición del patchwork está presente en la vestimenta. Los
abrigos de fiesta (día de mercado, bodas, circuncisión, etc.) eran, a menudo,
decorados con trocitos de satén rayado. Inicialmente estos tejidos llegaron a
través de la ruta de la seda, procedentes de la región musulmana de la India.
También allí se tejía con el hilo de seda y la trama de algodón, de modo que
sólo la trama de algodón estuviese en contacto con la piel.
Los siguientes datos nos llevan 8 siglos atrás, en la época
de las cruzadas, donde los soldados ingleses, franceses y españoles se fijaron
en la movilidad de sus adversarios, los sarracenos, quienes iban vestidos con
trajes acolchados o con ligeras cotas de mallas, lo que les proporcionaba mayor
libertad de movimientos. De regreso de las cruzadas, los caballeros trajeron a
Europa la técnica del acolchado, el patchwork, y las aplicaciones que habían
descubierto en banderas y tiendas de los ejércitos sarracenos.
Durante el descubrimiento de América en el siglo XV y su
posterior colonización, fue cuando los colonos llevaron consigo al nuevo mundo
esta técnica que era muy valiosa para las pioneras americanas, que
confeccionaban las mantas que necesitaban con los restos de tela e incluso
cuadros de ropa usada. Cabe recordar aquí que los recursos por aquellas épocas
eran muy limitados ya que no había comercio de materias primas y los barcos con
suministros demoraban bastante tiempo en cubrir las grandes distancias que los
separaban de los centros de aprovisionamiento.
Las mujeres de los colonos, cosían los cuadros unos a otros
formando un bonito dibujo hasta que obtenían una gran pieza de tela, que
constituía la capa superior de la manta. Esta pieza resultante se acolchaba con
una capa de algodón o de lana y un forro.
Siguiendo esta tradición norteamericana, las vecinas y
amigas de un mismo pueblo se reunían para realizar estos trabajos, permitiéndoles
llevar una vida social fuera de casa.
En aquella época, el patchwork además de un trabajo ante
todo útil, era un medio de expresión artística.
Poco a poco se fue haciendo conocido y en algún momento no
definido, se mezcla con la técnica del “Quilt” (un tipo de acolchado hecho a
mano sobre el patchwork). De hecho, se estila nombrar por Quilt como genérico a
los cubrecamas de patchwork acolchados de este modo. Estos grandes cubrecamas o
colchas, sirvieron en la época de la guerra civil de EE. UU. Para indicar, por
medio de signos, las vías y sitios de resguardo para los esclavos que escapaban.
Por otro lado, el trabajo de patchwork
unía mucho a las personas, quienes compartían sus diseños y telas, se reunían
en actividades de caridad o, simplemente, su unión les servía para generar sus
propios objetos optimizando los recursos de la comunidad unida. Este rasgo
comunitario hizo del patchwork un estilo de diseño muy popular durante la época
hippie, ya que los mismos rescataron el estilo de vida comunitario de antaño.
El trabajo de parches de tela antiguamente se enfocaba más a
la utilidad que al diseño. Hoy en día es un trabajo manual muy bien valorado
por su exclusividad, la dedicación y el tiempo de entrega de quien lo hace, por
su linda estética y por sus infinitas aplicaciones y posibilidades. No es de
extrañar, el encontrar un cubrecama colgado en la pared como si de una obra de
arte se tratase.